PANDEMIAS QUE AFECTARON AL MUNDO EN ECONOMMIA Y SOCIAL MENTE

Las epidemias que han moldeado al mundo

Crédito: Sandro Baeza
La peste negra, la gripe española y otras enfermedades infecciosas no sólo han aniquilado a millones de personas durante siglos. También han marcado la política, la economía y las guerras, además de incentivar prejuicios sociales y raciales. Un nuevo libro del historiador estadounidense Frank Snowden muestra que los patógenos como el reciente coronavirus, también desnudan las falencias de las sociedades que les hacen frente.
Las enfermedades epidémicas no son hechos al azar que afligen a las sociedades caprichosamente y sin advertencia. Por el contrario, cada sociedad produce sus propias vulnerabilidades específicas. Estudiarlas es entender la estructura de esa sociedad, su estándar de vida y sus prioridades políticas”. Esta es parte de la introducción que escribe Frank Snowden, profesor de Historia de la Medicina, de la Universidad de Yale, en su nuevo libro Epidemias y sociedad: de la peste negra al presente. A medida que el coronavirus sigue propagándose por el mundo, este texto se ha convertido en fuente de consulta casi obligada debido a su idea central: a pesar de que los patógenos son tan pequeños que es imposible observarlos a simple vista, han alterado el curso de la historia humana durante siglos y también han desnudado las peores falencias de las sociedades que han asolado.
El libro de Snowden fue publicado el 22 octubre de 2019, poco más de un mes antes que se activara la epidemia del Covid-19 en China. Desde ese entonces, el texto y su autor han aparecido en The Washington PostThe New York Times y Business Insider. Uno de los medios donde más se explayó fue la revista New Yorker, que a comienzos de marzo publicó una entrevista donde el investigador aborda las maneras en que la peste bubónica y otras plagas han moldeado la política, la economía, las guerras e, incluso, los prejuicios sociales y raciales.
“Las epidemias son una categoría de enfermedad que parece poner un espejo frente a la humanidad y que logra mostrarnos quiénes somos realmente. También reflejan nuestra relación con el ambiente, aquel que creamos y el ambiente natural que responde a eso. Las epidemias muestran las relaciones morales que tenemos entre nosotros como personas y eso es lo que estamos viendo hoy”, afirma Snowden en New Yorker.

Influencia social y cultural

En su libro, el profesor cuenta que el origen del mismo se remonta a un curso que él creó para estudiantes de Yale luego del surgimiento de males como el Síndrome respiratorio agudo grave (Sars), que apareció en 2002 en China, y el brote del ébola que se produjo entre 2013 y 2016 en África. Para Snowden, las epidemias como la provocada por el reciente coronavirus –que según el conteo oficial ya suma más de 130 mil casos confirmados- han moldeado la historia porque han obligado a que la humanidad reflexione sobre temas de fondo.
“Por ejemplo, el brote bubónico en el siglo XIV –conocido como la peste negra y que acabó con 50 millones de personas en Europa, Asia y África- puso en entredicho la relación del hombre con Dios. ¿Cómo podía ser que un evento de ese tipo pudiera ocurrir con una divinidad sabia, omnisciente y todopoderosa? ¿Quién podría permitir que los niños fueran torturados por esta enfermedad en números tan vastos? También tuvo un efecto enorme en la economía. La peste mató a la mitad de la población en continentes enteros y, por tanto, tuvo un efecto tremendo en el desarrollo de la revolución industrial, la esclavitud y la servidumbre”, dice Snowden en New Yorker.
Pintura creada por Josse Lieferinxe hacia fines del siglo XIV y que describe a San Sebastián intercediendo por las víctimas de la plaga. Crédito: Creative Commons
Precisamente, uno de los efectos colaterales de la peste negra -provocada por la bacteria Yersinia pestis y que causaba hinchazón de los nodos linfáticos y manchas negras en la piel- fue la caída dramática en la mano de obra de sirvientes que trabajaban los campos europeos. Los dueños se vieron obligados a arrendar sus tierras o pagar salarios cada vez más altos a los que habían sobrevivido para que las cultivaran, lo que debilitó el tradicional sistema feudal y dio origen a clases burguesas que fueron acumulando más capital.
Además, en 1348 el Papa Clemente VI emitió un decreto que, pese a los reparos de la época, ordenaba realizar exhaustivas autopsias de los muertos. Los doctores aprovecharon de inmediato la oportunidad de expandir lo que se sabía de la anatomía humana, elaborando textos médicos que junto a diversas innovaciones tecnológicas se convirtieron en caldo de cultivo para una verdadera revolución del conocimiento que se produjo en el siglo XV: el Renacimiento.
La peste –que habría llegado a Europa a través de los ejércitos mongoles y los mercaderes que recorrían la próspera “ruta de la seda”- también sacó a relucir facetas humanas más oscuras que volverían a resurgir en epidemias futuras. El 14 de febrero de 1349 dos mil judíos fueron quemados en la masacre de Estrasburgo, un acto que se repitió en ciudades como Basel y la región de Aragón, y que nació del rumor totalmente infundado que decía que estaban infectando los pozos de agua para propagar la enfermedad.
“Las enfermedades no afectan a las sociedades al azar o de maneras caóticas. Son eventos ordenados, porque los microbios se expanden selectivamente y se propagan a sí mismos para explorar nichos ecológicos que los seres humanos han creado. Esos nichos nos muestran quiénes somos, o si durante eventos como la Revolución Industrial en realidad nos importaba qué le ocurría a los trabajadores, a los pobres o las condiciones en que vivían los más vulnerables”, dice Snowden en su entrevista.
Tal como cuenta el historiador, durante la revolución industrial las principales crisis de salud pública fueron provocadas por epidemias de tifus, viruela, tuberculosis y cólera. De hecho, en la Inglaterra de mediados del siglo XIX hubo cuatro brotes que acabaron con miles de vidas y la enfermedad llegó a ser apodada como “Rey cólera”. ¿Las causas? Las ciudades sobrepobladas, la polución y la carencia de infraestructura pública para atender a los enfermos.
“Una de las cosas que he aprendido de las epidemias es que cada enfermedad es como una persona. Cada una es un individuo distinto a cualquier otro. No son causas de muerte intercambiables. Depende de la naturaleza de cada individuo y de la manera en que las sociedades e incluso los artistas reaccionan a ellos. Depende de cuánta gente matan, si lo hacen de maneras terribles, si acaban con niños o jóvenes, o dejan huérfanos detrás”, agrega el historiador en su entrevista.
Jared Diamond concuerda con Snowden al señalar que tal como las epidemias han ido moldeando la historia de la civilización, los humanos también han influido en la manera en que se propagan. El geógrafo, historiador y antropólogo de la Universidad de California es conocido por su libro Armas, gérmenes y acero (1997), donde aborda la manera en que la transmisión de la viruela, el sarampión y otras enfermedades por parte de los europeos fue clave para la conquista de los indígenas americanos, africanos y australianos. En una entrevista con La Vanguardia, Diamond comentó que así como los brotes epidémicos durante la revolución industrial nacieron del hacinamiento de las ciudades, hoy “la globalización explica que el coronavirus se esté expandiendo a una velocidad mucho más elevada que otras epidemias del pasado”
.Las enfermedades epidémicas no son hechos al azar que afligen a las sociedades caprichosamente y sin advertencia. Por el contrario, cada sociedad produce sus propias vulnerabilidades específicas. Estudiarlas es entender la estructura de esa sociedad, su estándar de vida y sus prioridades políticas”. Esta es parte de la introducción que escribe Frank Snowden, profesor de Historia de la Medicina, de la Universidad de Yale, en su nuevo libro Epidemias y sociedad: de la peste negra al presente. A medida que el coronavirus sigue propagándose por el mundo, este texto se ha convertido en fuente de consulta casi obligada debido a su idea central: a pesar de que los patógenos son tan pequeños que es imposible observarlos a simple vista, han alterado el curso de la historia humana durante siglos y también han desnudado las peores falencias de las sociedades que han asolado.
El libro de Snowden fue publicado el 22 octubre de 2019, poco más de un mes antes que se activara la epidemia del Covid-19 en China. Desde ese entonces, el texto y su autor han aparecido en The Washington PostThe New York Times y Business Insider. Uno de los medios donde más se explayó fue la revista New Yorker, que a comienzos de marzo publicó una entrevista donde el investigador aborda las maneras en que la peste bubónica y otras plagas han moldeado la política, la economía, las guerras e, incluso, los prejuicios sociales y raciales.
“Las epidemias son una categoría de enfermedad que parece poner un espejo frente a la humanidad y que logra mostrarnos quiénes somos realmente. También reflejan nuestra relación con el ambiente, aquel que creamos y el ambiente natural que responde a eso. Las epidemias muestran las relaciones morales que tenemos entre nosotros como personas y eso es lo que estamos viendo hoy”, afirma Snowden en New Yorker.

Influencia social y cultural

En su libro, el profesor cuenta que el origen del mismo se remonta a un curso que él creó para estudiantes de Yale luego del surgimiento de males como el Síndrome respiratorio agudo grave (Sars), que apareció en 2002 en China, y el brote del ébola que se produjo entre 2013 y 2016 en África. Para Snowden, las epidemias como la provocada por el reciente coronavirus –que según el conteo oficial ya suma más de 130 mil casos confirmados- han moldeado la historia porque han obligado a que la humanidad reflexione sobre temas de fondo.
“Por ejemplo, el brote bubónico en el siglo XIV –conocido como la peste negra y que acabó con 50 millones de personas en Europa, Asia y África- puso en entredicho la relación del hombre con Dios. ¿Cómo podía ser que un evento de ese tipo pudiera ocurrir con una divinidad sabia, omnisciente y todopoderosa? ¿Quién podría permitir que los niños fueran torturados por esta enfermedad en números tan vastos? También tuvo un efecto enorme en la economía. La peste mató a la mitad de la población en continentes enteros y, por tanto, tuvo un efecto tremendo en el desarrollo de la revolución industrial, la esclavitud y la servidumbre”, dice Snowden en New Yorker.
Pintura creada por Josse Lieferinxe hacia fines del siglo XIV y que describe a San Sebastián intercediendo por las víctimas de la plaga. Crédito: Creative Commons
Precisamente, uno de los efectos colaterales de la peste negra -provocada por la bacteria Yersinia pestis y que causaba hinchazón de los nodos linfáticos y manchas negras en la piel- fue la caída dramática en la mano de obra de sirvientes que trabajaban los campos europeos. Los dueños se vieron obligados a arrendar sus tierras o pagar salarios cada vez más altos a los que habían sobrevivido para que las cultivaran, lo que debilitó el tradicional sistema feudal y dio origen a clases burguesas que fueron acumulando más capital.
Además, en 1348 el Papa Clemente VI emitió un decreto que, pese a los reparos de la época, ordenaba realizar exhaustivas autopsias de los muertos. Los doctores aprovecharon de inmediato la oportunidad de expandir lo que se sabía de la anatomía humana, elaborando textos médicos que junto a diversas innovaciones tecnológicas se convirtieron en caldo de cultivo para una verdadera revolución del conocimiento que se produjo en el siglo XV: el Renacimiento.
La peste –que habría llegado a Europa a través de los ejércitos mongoles y los mercaderes que recorrían la próspera “ruta de la seda”- también sacó a relucir facetas humanas más oscuras que volverían a resurgir en epidemias futuras. El 14 de febrero de 1349 dos mil judíos fueron quemados en la masacre de Estrasburgo, un acto que se repitió en ciudades como Basel y la región de Aragón, y que nació del rumor totalmente infundado que decía que estaban infectando los pozos de agua para propagar la enfermedad.
“Las enfermedades no afectan a las sociedades al azar o de maneras caóticas. Son eventos ordenados, porque los microbios se expanden selectivamente y se propagan a sí mismos para explorar nichos ecológicos que los seres humanos han creado. Esos nichos nos muestran quiénes somos, o si durante eventos como la Revolución Industrial en realidad nos importaba qué le ocurría a los trabajadores, a los pobres o las condiciones en que vivían los más vulnerables”, dice Snowden en su entrevista.
Tal como cuenta el historiador, durante la revolución industrial las principales crisis de salud pública fueron provocadas por epidemias de tifus, viruela, tuberculosis y cólera. De hecho, en la Inglaterra de mediados del siglo XIX hubo cuatro brotes que acabaron con miles de vidas y la enfermedad llegó a ser apodada como “Rey cólera”. ¿Las causas? Las ciudades sobrepobladas, la polución y la carencia de infraestructura pública para atender a los enfermos.
“Una de las cosas que he aprendido de las epidemias es que cada enfermedad es como una persona. Cada una es un individuo distinto a cualquier otro. No son causas de muerte intercambiables. Depende de la naturaleza de cada individuo y de la manera en que las sociedades e incluso los artistas reaccionan a ellos. Depende de cuánta gente matan, si lo hacen de maneras terribles, si acaban con niños o jóvenes, o dejan huérfanos detrás”, agrega el historiador en su entrevista.
Jared Diamond concuerda con Snowden al señalar que tal como las epidemias han ido moldeando la historia de la civilización, los humanos también han influido en la manera en que se propagan. El geógrafo, historiador y antropólogo de la Universidad de California es conocido por su libro Armas, gérmenes y acero (1997), donde aborda la manera en que la transmisión de la viruela, el sarampión y otras enfermedades por parte de los europeos fue clave para la conquista de los indígenas americanos, africanos y australianos. En una entrevista con La Vanguardia, Diamond comentó que así como los brotes epidémicos durante la revolución industrial nacieron del hacinamiento de las ciudades, hoy “la globalización explica que el coronavirus se esté expandiendo a una velocidad mucho más elevada que otras epidemias del pasado”.
Laura Spinney asegura que el recordatorio más duro de que la lucha actual contra las epidemias está lejos de ser ganada es que sólo existe una enfermedad infecciosa que ha sido eliminada globalmente: la viruela, que la Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró como erradicada en 1980. En una revisión del libro de Frank Snowden publicada en octubre en la revista científica Nature, Spinney escribe que otras patologías que los optimistas de los 60 pensaron que hoy ya estarían extintas siguen presentando resistencia y podrían volver a activarse. “La República Democrática del Congo alberga mucho más que el ébola. Hay un brote de sarampión y también circula una cepa de polio que mutó a partir de la versión debilitada que contiene la vacuna oral. En otros lugares han existido erradicaciones exitosas, pero a menudo el resultado ha sido costoso. Una campaña sostenida que usaba DDT ayudó a eliminar la malaria en la isla italiana de Cerdeña en 1952, pero en 2001 el pesticida fue eliminado globalmente bajo la Convención de Estocolmo, tras determinarse que era dañino para la vida salvaje y el ambiente”, escribe Spinney.
Para Snowden, la principal lección de todos estos intentos por controlar las epidemias es que sus posibilidades de éxito crecen cuando doctores, políticos, farmacéuticas, medios de comunicación y ciudadanos trabajan juntos. “Ese es uno de los grandes mensajes que la OMS sigue discutiendo. La principal parte de la preparación para enfrentar estos eventos es que como seres humanos necesitamos darnos cuenta de que todos estamos juntos en esto, que lo que afecta a una persona en cualquier lado afecta a todos en todas partes, y por tanto somos de manera inevitable componentes de una especie. Necesitamos pensar de esa manera en lugar de enfocarnos en divisiones de raza, etnicidad o estatus económico”, afirma el historiador en New Yorker.


Otras influencias

Maxine Whittaker no sólo es decana la Facultad de Medicina de la Universidad James Cook. También es codirectora del Centro Colaborativo de Enfermedades Nacidas de Vectores y Enfermedades Tropicales Ignoradas de la Organización Mundial de la Salud. En el artículo que publicó en The Conversation, la académica detalla otras maneras quizás más sutiles en que las enfermedades infecciosas han cambiado al mundo.
* Alimentos
Según la experta, los orígenes de muchos tabús ligados a la comida parecen estar ligados a enfermedades: “Estas incluyen prohibiciones para beber sangre cruda de animales, para compartir utensilios de cocina o comer cerdo en el judaísmo y el Islam (lo que se originó probablemente por la preocupación ante los gusanos que porta)”. Otros ejemplos que da la experta: “El consumo de la leche cruda que se ha vuelto ilegal en muchos países, para prevenir la tuberculosis bovina. También está la práctica de evitar el consumo de quesos blandos durante el embarazo para evitar la listeria”.

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